
Todo empezó un viernes por la tarde, en una pequeña radio, llamada ¨Ondas Quiteñas¨, donde el dueño se encontraba en las instalaciones de la misma, y ese día decidió viajar a Guayaquil desde Quito, porque habían llegado unos famosos radio difusores de Argentina y Honduras, que darían una convención, el día sábado a primera hora.
Humberto el dueño de la radio quiteña, decidió salir de Quito a las 19h00, pero no viajo solo, si no acompañado de un viejo amigo al cual no veía desde hace muchos años, que por cosas de la vida se lo encontró en una estación de servicio, a las afueras de la ciudad, donde este esperaba el bus para encaminarse a Guayaquil también, pero Humberto dentro de su generosidad, le dijo que el llevaba el mismo destino y que se ofrecía a llevarlo, para que le haga compañía, en aquel largo viaje.
Después de que Humberto llenara el tanque de gasolina de su camioneta, su viejo amigo se subió en el coche y partieron, con un rumbo trazado. Su ruta era descender la cordillera y luego tomar el camino de Sto. Domingo-Quevedo- Guayaquil, pero Humberto ni se imaginaba lo que le esperaba para ese viaje.
Era una noche oscura, no tenia luna el cielo, y caía una pequeña llovizna, y con un poco de neblina espesa que dificultaba la vista, partieron, razón por lo que iban a una baja velocidad, ya que no se veía quizás a 15 metros delante del coche.
Todo iba muy bien, entre risas y conversaciones, hasta que de un momento a otro, a una hora de Quito, pasando Aloag , un pequeño pueblo abandonado, Humberto quien manejaba comenzó a escuchar una voz a la distancia que le decía ¨Espérenme, Espérenme¨, y cada vez era mas insistente la voz, la escuchaba más cerca, de pronto le pregunto a su viejo amigo que si el escuchaba lo mismo que él y este le contesto ¨Humberto tengo que decirte algo, Esta Noche me lleva el Diablo¨; Humberto impresionado por su respuesta e impactado, sintió de manera inmediata que aquella voz provenía del asiento trasero de la camioneta, cuando vio al retrovisor, no observó nada, pero asustado por todo esto, hizo varios intentos de detener el auto pero nada daba efecto, fue entonces cuando sintió que el auto se elevaba del piso, y que perdía el control absoluto del coche, tomo un crucifijo que llevaba siempre colgado en su pecho y empezó a rezar, pero nada funcionaba, de pronto miro como el vidrio del copiloto se baja de manera automática, pero no sabían cómo, ya que ninguno de los dos lo bajaba, y de pronto ve como a su amigo lo comenzaron a tirar, tratando de sacarlo por el vidrio, entre rezos y un miedo intenso nada daba resultado, hasta que decidió insultar diciendo ¨Demonios dejen en paz a este hombre, los maldigo… y entre malas palabras¨ fue cuando de repente la camioneta cayo al suelo, estallándose las 4 ruedas, pero Humberto no paro hasta el siguiente pueblo.
Fue entonces que al llegar se bajo de inmediato y le pidió una explicación a su amigo, este quedándose callado, no le daba respuesta alguna a Humberto, después de todo esto, cuando ya estuvieron calmados llevaron la camioneta a arreglar, donde tuvo que comprar cuatro neumáticos y se los hizo poner en una vulcanizadora a las afueras de aquel pueblo.
Fue entonces que Humberto decidió continuar con su viaje solo, para quedarse esa noche en Quevedo y partir al día siguiente muy de mañana para Quito de nuevo, porque con todo esto había cancelado su viaje para llegar a la convención.
Todo se dio como lo planeo, llego a Quevedo se quedo esa noche ahí y al día siguiente al llegar a Quito , no supo como explicar lo sucedido, mas decidió nunca mas hablar de aquella noche.
2 comments:
increible historias de blog asi hacen que el boton de next blog valga la pena
wow que historia tan interesante, la verdad es que en estas carreteras del ecuador si que suceden cosas muy extrañas.
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